Practicar deporte es algo necesario con independencia de cuál sea nuestra edad, nuestra condición económica, nuestras creencias religiosas… Se trata de una actividad necesaria para el ser humano, una actividad que ayuda a mantener conectado nuestro cuerpo y a que esté en perfectas condiciones, huyendo de este modo del sedentarismo y de otros problemas como la obesidad que sin duda generan una cantidad considerable de problemas para las personas. El deporte es vida y, por tanto, siempre debe estar entre nuestras actividades diarias. Si no es así, los problemas de salud aparecerán más pronto o más tarde.
Sin perjuicio de lo anterior, es necesario que tengamos siempre en consideración que el deporte puede acarrear lesiones. Esta no debe ser una excusa para dejar de practicarlo, puesto que cualquier actividad es susceptible de provocarnos cualquier dolencia. Pero sí, es verdad que el deporte puede ocasionar algún problema como lo suele ser una torcedura de tobillo, una microrrotura… Hay maneras de prevenir la aparición de contratiempos como estos (un buen calentamiento siempre va a ser la mejor, por supuesto), pero lo cierto es que, aunque hayamos calentado bien, la posibilidad de padecer lesiones siempre está ahí.
Según un análisis realizado por la revista EF Deportes, al menos el 25% de los deportistas presenta una lesión muscular al año. Ni que decir tiene que se trata de un porcentaje bastante importante y que hay que seguir trabajando en este cometido para tratar de reducirlo. Son muchas las personas que han padecido dolencias a causa de una actividad física. Ese número se puede reducir y hay diferentes maneras de hacerlo, empezando por todo lo que tiene que ver con el calentamiento y procurando tener en consideración cuestiones como el calzado, cuyo impacto en la realización del deporte que practiquemos es fundamental.
Según una noticia que vio la luz en eldiario.es, los deportes en los que existe un mayor riesgo de lesión son el crossfit, el fútbol y el running. No siempre las cosas son tan evidentes como parecen. Lo decimos porque seguro que muchos y muchas considerabais que el rugby estaba entre esos tres deportes en los que más lesiones se producían. Sin embargo, no es así. Hay factores más allá de la agresividad que determinan las lesiones que se producen en el seno de una actividad concreta. Tenerlos en cuenta puede marcar la diferencia entre padecer una lesión y evitarla.
Hay que saber qué hacer cuando sufrimos una lesión derivada de una práctica deportiva o cuando tenemos la sensación de que esta lesión se puede producir. Es clave no dejarla estar y esperar a que los síntomas remitan, aunque se trate de una dolencia leve. Estudios realizados entre los pacientes de fisioterapia de la clínica Ume indican que el tiempo medio que pasa entre la generación de una lesión y el momento en el que se acude al especialista correspondiente se ha reducido, lo que indica que cada vez más gente interesada en el deporte se toma en serio su salud física. Esto, aunque pueda parecer algo lógico, no siempre ha sido tan evidente en nuestro país.
El miedo ha desaparecido
Una de las cuestiones que más frenaba a muchas personas a realizar su actividad física preferida tenía que ver con el miedo a lesionarse. Es lógico que existiera ese miedo: una lesión deportiva puede limitar nuestra eficacia en el trabajo e incluso nos puede obligar a solicitar una baja médica. En los tiempos que corren, por suerte, las cosas han empezado a cambiar en ese sentido y el miedo está empezando a desaparecer. El motivo es el hecho de que se tiene una mayor conciencia a la hora de prevenir las lesiones y que se sabe perfectamente que disponemos de las mejores tecnologías y profesionales para tratarlas si se llegan a producir.
No obstante, el miedo a las lesiones no es del todo malo. Si lo tenemos ahí, sabremos qué hacer para no caer lesionados. Sin embargo, debemos saber que eso no nos puede condicionar hasta el punto de no querer realizar ningún tipo de ejercicio físico. Como decíamos al principio, eso es peor que cualquier lesión porque terminará haciendo que nuestra salud decrezca y presente numerosos factores de riesgo que en nada nos van a ayudar a lo largo de nuestra vida.
El deporte es uno de los pilares básicos de la vida sana y no podemos prescindir de él. Da igual qué tipo de actividad practiquemos, lo importante es mantener al cuerpo en activo porque de esa manera tendremos la capacidad de combatir la obesidad, el sedentarismo y la pereza, tres de los mayores enemigos que nos podemos echar a la espalda a lo largo de nuestra vida sin lugar a dudar y a los que debemos mantener alejados de nuestro día a día.