La primavera la sangre altera, dice el dicho. Lo cierto es que con la llegada del buen tiempo, de la polinización de las flores, de la mayor luminosidad y, por supuesto, de la ropa más ligera, parece que el estado de ánimo cambia… y despierta el instinto sexual. Un estado de emoción que lleva a comprar preservativos a granel y esponjas vaginales en tiendas online como Comercial Apra. No es hablar por hablar: de acuerdo con la Sociedad Española de Sexología, las ventas de preservativos y productos vigorizantes como la viagra se incrementan un 15 % en estas fechas. Intuimos que la primavera de este año, bendecida por un tiempo especialmente caluroso, será un periodo propicio en el balance de las empresas de productos sexuales. Ahora bien, ¿tiene fundamento este aumento primaveral de la lívido o es solo una percepción arbitraria fomentada por las temperaturas en aumento?
En realidad, las reacciones sexuales desatadas por la primavera se corresponden con el calendario biológico del ser humano. Al fin y al cabo, por mucho que nos pongamos pantalones y usemos Smartphone como herramienta de atracción para el sexo opuesto, no somos más que animales con pretensiones. Igual que las flores despliegan sus más vivos colores para que las polinicen las abejas o que los pájaros trinan con más pasión para buscar pareja, el ser humano comienza a segregar feromonas en mayor cantidad, además de hormonas como la dopamina y noradrenalina, directamente relacionadas con el juego de atracción entre sexos. No obstante, se consiga un ligue primaveral o no, al menos queda el consuelo de que esta serie de secreciones contribuyen a mejorar el estado de ánimo de la persona. Algo es algo. Por otro lado, para completar el cóctel de sustancias estimulantes que se agita en nuestro interior, cabe agregar las dosis en ascenso de endorfinas y serotoninas, compartidas por hombres y mujeres (y viceversa). Al igual que la dopamina y noradrenalina, las endorfinas y serotoninas tienen como efecto la mejora del estado de ánimo y la reducción de las sensaciones de estrés. Y, por supuesto, la puesta a punto de la respuesta sexual. El influjo del sol, que adquiere mayor intensidad en primavera y más horas de presencia en la vida cotidiana, está estrechamente relacionado con este desbarajuste hormonal. Pero su ascendencia sobre el cuerpo humano no se detiene ahí: la insolación creciente provoca la secreción de vitamina D, que en el sexo masculino propina un sonoro espaldarazo a los niveles de testosterona –la hormona por excelencia del hombre- y, por tanto, implica una correspondiente predisposición al sexo, que no dejará de escalar hasta agosto, punto álgido del frenesí sexual para el hombre. En cualquier caso, semejante caos de sustancias también tiene su lado oscuro, que recibe el nombre de astenia primaveral, una sensación generalizada de cansancio, fatiga, debilidad física y psíquica que se explica por este cambio estacional y orgánico. Asimismo, se detectan comportamientos más impulsivos y erráticos y se incrementa la propensión a las depresiones en los pacientes de este trastorno.
Sin embargo, un método adecuado para combatir estas sensaciones desfavorables es el deporte. El esfuerzo físico –desfogarse hablando en plata- permite regular de forma adecuada los niveles de hormonas sexuales y a compensar el cambio a la baja en el gasto energético que se da en el paso del invierno –frío, y con necesidad de quemar grasas para mantener la temperatura corporal- a la primavera –más agradecida en lo que a la meteorología se refiere y menos exigente para las reservas del cuerpo, que ahora demandan urgentemente otro uso más placentero-. Además, los alimentos varían a la par y aparecen las frutas tropicales y las bayas de bosque como las fresas, productos repletos de propiedades afrodisíacas. Aun así, salir a darse carreras por los parques y jardines significa exponerse a otra serie de estímulos, ahora perceptivos y psicológicos. Como decíamos, la vida bulle en la flora y la fauna, los animales buscan aparearse a la luz del día y las parejas jóvenes yacen sobre la hierba dándose arrumacos subidos de tono, ligeros de vestuario y con mucha piel a la vista. No hay nada como el primer fin de semana de primavera: la gente aprovecha a sacar del armario la ropa de verano, guardada durante tanto tiempo en una caja, y tiende a ataviarse insinuante, justo en el momento en el que este buen tiempo y esta alegría emocional predisponen a relacionarse social y sentimentalmente –o, más simple, sexualmente-.