Masaje y placer son sinónimos para la mayoría de los mortales. Es pensar en un relajante masaje como los que por ejemplo realizan en Evasiom, spa masaje de Barcelona, uno de esos que repase por completo todos los puntos de tensión acumulada en la región del cuello, los dorsales y la zona lumbar, y automáticamente derretirte de felicidad. De ahí que sea necesario decir una frase de Perogrullo: los beneficios del masaje se extienden más allá del plano físico para abarcar también el aspecto psicológico de la persona. El masaje no solo reconforta y relaja el cuerpo, sino también la mente. Y qué mejor ejemplo de ello que la fabulilla japonesa que el investigador Carlo de Paoli recoge en su obra Massage and Bodywork for Health. En el antiguo Japón –comienza su relato De Paoli- una mujer joven recién casada, se había trasladado, siguiendo la costumbre a la casa de su marido donde residían también los padres de él. Al cierto tiempo visitó a un monje budista, con lágrimas en los ojos, expresó su frustración con su suegra, que la intimidaba constantemente. Estaba tan desesperada que le pidió al monje que le enseñara la manera de matar poco a poco a su suegra sin despertar sospecha. El monje le replicó que conocía la forma perfecta para que ella consiguiera su objetivo y empezó a enseñarle un tipo de masaje mediante el que podría matar gradualmente a la anciana. Pocas semanas después, la misma mujer joven volvió a ver al monje en estado de gran agitación. El monje le preguntó si su método funcionaba, y la mujer le rogó que le enseñara inmediatamente a deshacer el daño que pudiera haber infligido. El monje fingió sorpresa y preguntó qué había provocado tal cambio en su corazón y su mente. Ella respondió, al cabo de unas semanas de masajear en forma regular a su suegra de la manera que él le había enseñado, se había encariñado mucho de ella y que ahora se querían mucho. Entonces el monje, sonriendo, le explicó que nunca había tenido la intención de enseñarle la forma de dañar a nadie, sino todo lo contrario. Le había enseñado un masaje para unirlas, creando así amor y armonía en su vida familiar.
Como se entiende de esta sencilla narración, el masaje también es fuente de salud espiritual. Y es que el masaje, conocido y documentado desde milenios atrás, conforma uno de los rasgos fundamentales de la cultura oriental, con manifestaciones que se imbrican incluso en una dimensión religiosa y metafísica. Una síntesis alegórica, en definitiva, de que las percusiones y las fricciones del masaje trasciende la carne para asentarse en el interior profundo del masajeado. En este sentido, Evasiom Spa, conocedor de esta tradición ancestral, cuenta entre su oferta con masajes procedentes del Oriente exótico y atávico como el ayurveda -masaje tradicional de la India que tiene como objetivo el restablecimiento del equilibrio físico y psíquico, Realizado con aceite caliente para estimular la circulación sanguínea, eliminar los bloqueos, relajar profundamente y, en definitiva, equilibrar la mente y elevar el espíritu-, el thai -basada en la presión de los distintos puntos energéticos y en estiramientos sobre tatami y sin aceite con el fin de equilibrar la energía y liberar bloqueos, lo que produce unos resultados inmejorables, estimulando y tonificando el cuerpo, la mente y el espíritu a la vez que se reducen tensiones y se incrementa la vitalidad-, el balinés –que se ejecuta mediante la presión profunda en casi la totalidad del cuerpo para disolver la tensión de los tejidos profundos y favorecer la circulación sanguínea y linfática, mejora el flujo de energía, reducir el estrés y promover la armonía espiritual-, el fusión –que mezcla conceptos del shiatsu nipón con el masaje tailandés y la terapia de hierbas medicinales y que se desarrolla a través de presiones profundas sobre las líneas Sen, destinadas a tonificar y estimular todo el cuerpo, y continúa con la aplicación de aceites esenciales, combinando estiramientos suaves con presiones- o, ya llegado desde la lejana polinesia, el lomi lomi –un estilo de masaje profundamente revitalizante que se aplica utilizando los antebrazos y los codos para aliviar el cansancio de los músculos y relajar el cuerpo y, con ello, reducir la tensión aportando una sensación de placentero descanso-.
Así pues, el universo del masaje, con sus múltiples variantes, es un regalo que uno puede hacerse a sí mismo en aras de mejorar su calidad de vida y, en resumen, ascender un nuevo peldaño en el camino hacia la felicidad. El tacto humano, en sí, es ya una técnica curativa fundamentada en la complicidad, la confianza y la empatía necesarias para la vida, que tiene como fruto directo el desarrollo de sentimientos de proximidad y cariño a la vez que la serotonina y las endorfinas liberadas en el torrente sanguíneo durante el masaje elevan el estado de ánimo del beneficiario y contribuyen a mejorar su autoestima, reducir sus niveles de estrés y ansiedad y no digamos ya incrementar su relajación muscular.