Muchas veces nos preguntamos si hay alguna diferencia entre las copas de vino que podemos tener en nuestro hogar y las que utilizan en los sitios de hostelería por los profesionales. En muchos de ellos, las diferencian son inexistentes, pero si que hay muchos que no compran las primeras copas y apuestan por productos de verdadera calidad, capaces de mantener las propiedades y contar además con una gran durabilidad.
Como decimos, los profesionales del sector hostelero acostumbran a mirar muy bien las copas que seleccionan para su trabajo. No es un capricho, realmente se sustenta con los estudios realizados al respecto, caso del estudio realizado en 2005 en Japón, el cual dejaba meridianamente claro que el tamaño o la forma que tienen pueden hacer no solo que cambie el aroma del vino, también el vapor.
Todos estaremos de acuerdo que una copa no deja de ser un mero recipiente, pero también no es menos cierto que el sabor del vino puede llegar a diferir bastante dependiendo de la copa que se use.
Está claro que no valen todas las copas para el vino. Por lo tanto, hay que identificar cuáles lo son y dependiendo del tamaño, forma o la calidad, esto podrá hacer que la experiencia de beber vino sea una u otra.
Una empresa profesional que demuestra la importancia de la calidad y un estudio cocienzudo de las propiedades que deben tener unas buenas copas es Export Cave, pues no solo utilizan cristal de la mejor calidad, también optan por ofrecer a todos los clientes un asesoramiento a la hora de realizar los encargos, algo que les diferencia de la competencia y que es altamente valioso, especialmente para los que empiezan en el sector.
Los asesoramientos son siempre necesarios y en este sentido, conviene saber qué clase de copa debemos utilizar para cada clase de vino:
Uno de los motivos por los que las copas tienen una u otra forma es para la retención de los aromas. Esto hace que las copas sean altas y tengan la apertura más reducida de lo que lo están en la parte del centro.
Ayuda en buena medida a que sea más sencillo que los aromas del vino se queden en el interior de la copa y no se dispersen. Igualmente, tienen que ser lo bastante grandes para que se pueda agitar el vino en el interior de la copa, aireándose así y liberando los esteres que tienen gran volatilidad.
A la hora de elegir las copas el material es una decisión de gran importancia, debiendo ser, por lo general, de cristal o vidrio fino. El material de la copa es vital y hace que podamos percibir de forma distinta, sabores, aromas y colores.
Hay que asegurarse de que la copa está limpia y transparente, no debiendo tener un cristal polarizado, ya que, de ser así, afectaría a la imagen del vino.
Cuando tenemos una copa que tiene el cristal limpio y que además es transparente, se puede apreciar de mejor manera el color del vino, la intensidad y también la consistencia.
El grosor cobra también importancia, ya que cuando es delgado y fino se logra que los sentidos puedan concentrarse más en el vino que en la propia copa. El tamaño también puede llegar a afectar nuestras apreciaciones sobre el vino. Conforme la copa sea mayor, más sencillo será echar una cantidad que sea la necesaria, lo que ayudará a que el vino pueda ser agitado y oxigenado.
Si una copa es grande y tiene la abertura estrecha, esto ayudará a que los aromas sean más intensos, expandiéndose en la copa. Si este es lo bastante largo, va a ser más sencillo que el catador tome su vino sin que por ejemplo la suciedad existente en los dedos pueda llegar a manchar el vino y colabora a que no se transmita el olor de nuestro cuerpo.
Dependiendo del vino que beba, esto puede hacer que vayamos a necesitar unas clases de copa u otras. Por ejemplo, para el cava es mejor que las copas sean en forma aflautada para que el vino no pierda la efervescencia.
Si vamos a los vinos tontos, estos necesitan copas más grandes, pues cuanto más oxígeno, el vino evolucionará mejor. Los vinos blancos deben servir en copas de gran tamaño, pero no tan grande como en el caso de los tintos.