Llegan los vientos de la primavera y el cuerpo pide campo. La naturaleza bullente de vida, la libertad de los horizontes abiertos, la amena paz de la vida alejada del urbanal ruido,… Bienes de valor incalculable que, no obstante, el viajero empedernido o el hedonista más exigente puede encontrar en establecimientos rurales como el cortijo El Sapillo, enclavado en Nerpio, al sur de la provincia de Albacete. Se trata de un antiguo cortijo rural construido en el siglo XVII y adaptado a las comodidades que demanda el estilo de vida contemporáneo. Sus instalaciones están formadas por una casa rural de dos plantas, jalonada por una torre a la vieja usanza que le otorga un elegante toque de distinción. Conserva su estética tradicional del siglo XVII, con un interior poblado de muebles de estilo clásico y, en el exterior, materiales propios de la región y en consonancia con un paisaje de montes, pequeños valles, llanuras y bosques. Esto no es óbice para que la casa cuente con la última tecnología, lo que incluye también su fuente de alimentación: la energía solar. Limpia, segura y concienciada con el medio ambiente.
Una de las grandes virtudes del cortijo es el entorno natural en el que se encuentra, ya que Nerpio es uno de los enclaves principales del turismo verde en la provincia de Albacete. Próximo a la frontera con la Región de Murcia y las provincias andaluzas de Jaen y Granada, Nerpio forma parte de la Mancomunidad de la Sierra del Segura, donde se halla a los pies de la Sierra de las Cabras, a unos 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar, y se encuentra bañado por las aguas del río Taibilla. Este contexto serrano destaca por su abundante vegetación y flora natural. Destacan entre las especies presentes en la zona la grasilla, una planta carnívora habitual en localizaciones de elevada cota de humedad como el área de Los Chorros. Es predominante el matorral y las plantas aromáticas como el romero, el tomillo, las retamas, la jara, el esparto y las coscojas, mientras que entre la población arbórea es frecuente el pino, la sabina, el tejo y la acebeda, árboles resistentes a las condiciones de sequía estacional. A medida que se asciende por la sierra, aparece la vegetación típica de la zona bética, los pastizales de montaña y los roquedos. Por su parte, la fauna tiene importantes representantes del orden de los reptiles, como la lagartija verde y los lagartos ocelados. Los aficionados a la ornitología también podrán disfrutar en sus excursiones detectando tres especies distintas de águilas –real, perdicera y culebrera-, así como halcones, azores, gavilanes, buitres y especies de aves estrigiformes como el búho real, el mochuelo y la lechuza. Los parajes de la Sierra de las Cabras, como su propio nombre indica, también acogen ejemplares de cabras hispánicas. No faltan especies habituales en los bosques meridionales como jabalíes, ciervos, corzos, tejones, zorros, gatos monteses y ardillas rojas. Sin embargo, la estrella indiscutible, es el lince ibérico, en vías de extinción y todavía cuenta con pequeñas comunidades en éste área.
Las 300 hectáreas valladas de las que dispone el cortijo El Sapillo ofrecen el espacio ideal por el que pasear esta curiosidad por la fauna y flora local o, incluso, realizar prospecciones arqueológicas: son numerosos los restos marinos. Según indica la revista Saber Universidad, la región se encuentra en las inmediaciones de la extensión que, entre las actuales Jaen y Albacete, que hace 230 millones de años, cuando era una llanura colindante al mar, sufriría los efectos de “un fenómeno catastrófico del calibre de un tsunami o un huracán” y que provocaría “que el mar entrara al menos 10 kilómetros tierra adentro a lo ancho de esa gran planicie, dejando tras de sí un reguero de huesos de reptiles arrastrados del fondo marino”.
Aparte del propio pueblo –un coqueto y ancestral conjunto manchego de callejones, cuestas, escalones de piedra y placetas-, a la hora de practicar excursiones, la zona de Nerpio se encuentra a tiro de piedra de sitios como la reserva natural de la Sierra de Cabras, ideal para adentrarse en la naturaleza mediante rutas de senderismo que pueden conducir hasta la cima fijada a 2.000 metros de altura sobre el nivel del mar, en el pico Atalaya, o las pinturas rupestres de Nerpio, un grupo de más de sesenta abrigos geológicos en los que figuran pinturas rupestres declaradas como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y que significan el principal foco de pintura rupestre de toda la comunidad autónoma. Los más conocidos son los conjuntos del Torcal de las Bojadillas y La Solana de las Covachas en la cabecera del arroyo del Taibilla. Otros serían: Abrigo de la Cornisa, Abrigo de la Fuente del Sapo, Abrigo de Jutia I y II, Abrigo del Collado de la Cruz, Abrigo de los Sabinares.