No sé por qué extraña razón cuando se corre un bulo todo el mundo lo toma a pies juntillas. Del mismo modo, cuando lo que se dice es verdad, hay quien prefiere hacer caso omiso porque le resulta más cómodo seguir con sus costumbres y yo pienso ¿por qué somos tan complicados?
No hace demasiado tiempo empezó a correrse la voz de que la leche de vaca era mala para el ser humano. La teoría decía que somos el único animal que sigue bebiendo leche después de su periodo de lactancia y que, además, esa leche que bebé es de otro animal. Quienes promueven esta teoría aseguran que los lácteos hacen daño al estómago o, como mínimo, que nuestros estómagos no realizan bien la digestión cuando los comemos a lo que yo contesto lo siguiente: sí, somos el único animal que bebé leche de vaca en edad adulta pero también somos el único animal que ha evolucionado desde el mono hasta la situación actual siendo el más inteligente y el que mejor ha sabido adaptarse (aunque pos otro lado también somos los que más fastidiamos el planeta).
Es como el tema de ser vegano o vegetariano, a mí me parece estupendo que cada uno haga lo que quiera, con sus ideas o filosofía de vida. De hecho, admiro su fuerza de voluntad para no comer nada de carne, o que provenga de un animal, y les aplaudo, pero lo que no me gusta es que critiquen al resto del mundo y les contesto bajo la misma premisa que antes: si hemos llegado hasta aquí, desde hace miles de años, comiendo carne y verdura ¿Quién eres tú ahora para decir que lo estamos haciendo mal? (Y de nuevo entramos en la controversia de cómo tratamos a los animales y demás, pero ese es otro tema).
Personalmente creo que en lugar de decir tanta tontería como dicen algunos, tipo no hay que comer lácteos, ni gluten, ni ningún tipo de azúcar o sal, lo que se debería hacer es hablar con verdaderos profesionales de la nutrición, tipo Carlos Ríos o Juan Llorca, y hacerles caso en la medida de lo posible.
Consejos de nutricionistas
- Lleva una dieta sana y saludable comiendo de todo tipo de nutrientes y alimentos, sin dejar de lado nada, ni siquiera las grasas. De hecho hay grasas saludables como la que encontramos en el aguacate o en el aceite de oliva virgen extra, pero ¡OJO! que el aceite de oliva puede ser bueno o no tan bueno como el refinado por ejemplo. Lo ideal es comprar aceite de oliva virgen extra procesado con procedimientos mecánicos, incluso es mucho mejor si os decidís a comprar este tipo de aceite de oliva ecológico. Hay muchas marcas que tienen muy buenos productos, el enlace que os pongo es el que compro yo.
- Come mucha fruta. La fruta lleva su azúcar natural, la fructosa, que nos aporta energía y no debemos dejar de consumirla. Eso sí, lo ideal sería comer fruta ecológica sin químicos ni aditivos, yo intento comprar estas mandarinas valencianas por Internet, así como las naranjas. Se trata de una cooperativa de agricultores que venden directamente al cliente final.
- Compra carne en carnicerías. ¿Os habéis parado a leer los ingredientes de un filete de ternera envasado? Lo normal es que llevase un 100% de ternera ¿no? Quizás algo menos por los aditivos que le ponen con el fin de que se conserve mejor, pero por lo menos un 90% de carne. Pues ni eso, en ocasiones el porcentaje de carne roza el 50% de carne y el resto puede ser casi cualquier cosa. Comprando carne fresca en carnicerías de confianza sabrás qué comes exactamente. Si no tienes tiempo de comprar en la de tu barrio te recomiendo Charcuredondo.
- Y si lo que quieres es aderezar tu comida, no compres salsas preparadas llenas de ultraprocesados que al final no son comida ni son nada, opta por las especias, esencias naturales y los condimentos. Yo te recomiendo Herbodiet para ello.
Al final de lo que se trata es de comer bien, comer sano, y comer lo que ahora se llama “comida real” o “real food”, un movimiento que se ha puesto muy de moda pero que lo único que viene a decir es que pasemos de los ultraprocesados y optemos por la comida de verdad, esa que comían nuestros abuelos en casa cuando eran jóvenes, esa que no han procesado mil veces antes de envasarla y hacerla llegar a nuestros hogares a través de grandes superficies.