Úbeda y Baeza

Hace ya tiempo que no cuento alguna de mis escapadas en familia ¿verdad? Creo que ya tocaba. Esta pasada semana santa estuvimos en Úbeda y Baeza, en Jaén, y menos mal porque yo me había empeñado en ir hacia la costa a disfrutar de las playas y mi mujer se empeñó en ir hacia el interior, a ver algo de cultura, que estaba harta de ir buscando siempre el buen tiempo. Le hice caso, más por no discutir que por otra cosa, y después de comprobar el tiempo que hizo todos los días festivos me alegro enormemente de haberle hecho caso.

Se pasó lloviendo todo el puente, desde el jueves santo hasta el lunes, y no había manera de que el cielo descansara ni 10 minutos. Si hubiéramos ido a la playa habríamos desperdiciado nuestras vacaciones, pero al ir hacia el interior, la lluvia no fue tan molesta como pensamos. Es imple, coges un buen impermeable (mucho mejor que le paraguas) y te preparas para pasar unos días bajo el agua. No hay problema.

Cultura por toda partes

Como ya he mencionado, al final optamos por visitar Úbeda y Baeza. Nos habían hablado muy bien de ambas localidades desde hacía años, pero por unas cosas y otras no habíamos tenido la oportunidad de ir a verlas, y son toda una maravilla. Es como si se hubiera parado el reloj allá por el medievo  y sus calles se hubieran conservado intactas. Toda una maravilla arquitectónica que ves mires hacia donde mires.

Si quieres enterarte bien de las cosas, lo mejor es contratar una visita guiada porque, a no ser que te lo hayas estudiado en casa, cuando llegas allí necesitas que alguien te explique lo que estás viendo. Nosotros optamos por María Jesús Rodríguez, de visitaubedaybaeza.com, una guía local de la zona que lleva muchísimos años organizando este tipo de visitas turísticas y la verdad es que es recomendable al 100%.

Úbeda y Baeza son dos ciudades Patrimonio de la Humanidad que cualquier español que se precie debería conocer. En ellas, se puede respirar el medievo, con su conjunto monumental de callejuelas, fachadas empedradas y rincones mágicos.

La plaza Vázquez de Molina es impresionante. Jamás te podrías imaginar que en un pueblo de tan pequeñas dimensiones pudiera haber una plaza tan enorme lleva de edificios dignos de ser estudiados: la Sacra Capilla del Salvador, el Palacio del Deán Ortega (actual Parador Nacional de Turismo) y la increíble Colegiata de Santa María de los Reales Alcázares.

Sin embargo, el edificio que más llamó mi atención, fue el Ayuntamiento de la ciudad que es el antiguo Palacio de las Cadenas. Es imponente, y da una sensación de solemnidad que no se puede describir, hay que velo en directo.

También es muy interesante visitar el antiguo Hospital de Santiago, muy hermoso, tanto por su arquitectura como por su decoración. A día de hoy es un centro cultural, pero ha sido hospital, palacio e incluso panteón.

La Sinagoga del agua

Si sois amantes de la arqueología como yo alucinaréis con esta sinagoga. La abrieron al público en 2010 pero lo curioso es que esta sinagoga anterior al siglo XIV había estado oculta, sin conocerse su existencia, desde hacía cientos de años. De ahí que se haya conservado tan bien. Cuenta con un patio, una sala principal, una bodega y el Mikveh, un espacio donde se realizan los baños de purificación que prescribe el judaísmo.

El precio de la entrada general es de 4,50 euros, y merece la pena la visita, os lo aseguro.

Otra visita de obligatoriedad es la Casa Museo de Arte Andalusí. Su estado de conservación es magnífico y pasear por sus dos pisos es como trasladarse al siglo XV.

Cada valle, cada rincón, evoca las calles medievales de antaño. Es un espacio magnífico, tanto para ver cultura como para escapar del bullicio de la gran ciudad y disfrutar del relax y la tranquilidad. Ir con niños tampoco me parece un mal plan, sobre todo si se tiene costumbre de hacer viajes culturales con ellos, pero lógicamente no es un viaje de ocio al que ellos pudieran estar acostumbrados. No obstante, también pueden pasarlo bien. Todo depende de cómo os lo montéis.

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