La publicidad en la cultura popular.

Cartel Art Noveu

En una sociedad de consumo como en la que vivimos, en la que compramos bienes y servicios para vivir más o menos mejor, la publicidad forma parte de la cultura popular. Es un reflejo de la sociedad, un producto de su época y, hasta cierto punto, influye en nuestra forma de pensar.

En 1962, Andy Warhol provocó a la comunidad artística con su cuadro de las sopas Campbel. 32 latas de sopas de tomate copiadas en serie, reflejando la producción en cadena que dominaba el consumo en los años 60. “Hemos llegado a la conclusión de que los más banales y vulgares elementos de la sociedad moderna pueden convertirse en arte al transportarlos a un lienzo.” Dijo en aquella época para anunciar su cuadro.

La publicidad como el arte, han acompañado al devenir de la historia, y como este, son un producto social, colectivo.  Podemos ver como la publicidad ha ido evolucionando a lo largo del tiempo, adaptándose a los medios donde más repercusión tenía. Los anuncios en los periódicos a finales del siglo XIX, que solían ser dibujos a lápiz; los jingles en la radio entre los años 30 y 50, que mezclaban música con mensajes comerciales; los spots de televisión, con los que todos hemos crecido. Y ahora, la publicidad digital, que nos persigue allá donde vayamos. Sí, porque internet y las redes sociales son una inmensa valla publicitaria. La publicidad es su principal fuente de ingresos. Y ahora, con la inteligencia artificial, es capaz de presentar los anuncios en función de los gustos, intereses y comportamiento de los usuarios.

Los publicistas de Publigar, una agencia de publicidad experta en vallas publicitarias en Murcia que lleva más de 20 años diseñando campañas publicitarias para pequeñas y medianas empresas, dicen que la publicidad tiene por objeto conectar con el público objetivo y provocarle una reacción. Algo no muy diferente a lo que pretende el arte.

La publicidad, el arte y la cultura han estado muy ligados en los últimos 250 años.

Artistas que cambiaron la publicidad.

Como veremos a lo largo de este artículo, son muchos los artistas que han incursionado en la publicidad en algún momento de su carrera. La revista Art Majeur dice que hay 3 que han marcado la publicidad de manera decisiva. Son los siguientes:

  1. Salvador Dalí y Chupa Chups.

En plena postguerra española, el empresario catalán Enric Bernat inventa un producto innovador. Un caramelo sujetado por un palo que los niños pueden sacárselo de la boca sin mancharse la mano. Se le ocurre un nombre chocante: “Chupa Chups”. Un nombre que indica su utilidad, chupar, y que viene acompañado de una onomatopeya graciosa, chups.

Eric se da cuenta de que solo con registrar el invento no es suficiente para comercializarlo. Por suerte, entre sus amigos está el pintor Salvador Dalí, el icono del surrealismo. Bernat encarga a Dalí el diseño del logotipo. Este le da a la marca una imagen distintiva. Una margarita amarilla con un contorno en rojo y el nombre de la marca en el interior escrito con letra entrelazada.

La simplicidad del logo, el juego de colores y la firma de Dalí contribuyó a popularizar el producto por todo el mundo. Chupa Chups fue la primera multinacional española. Los americanos tenían la Ford y la Coca Cola, los alemanes tenían Volkswagen y nosotros teníamos Chupa Chups.

  1. Versarely y Reanult.

Renault fue una de las primeras casas de automóviles creadas en Francia. En concreto, su origen se remonta a 1898. A lo largo de sus más de 125 años de historia, la empresa ha cambiado de manos y ha sido nacionalizada en varias ocasiones. Unas veces atendiendo a necesidades estructurales de la economía francesa, como sucedió en la Primera Guerra Mundial y en la postguerra de la segunda y otras veces debido a problemas económicos de la compañía.

Durante todo este tiempo ha llegado a tener 8 logotipos diferentes. En 1972, debido al interés de la marca por competir a nivel mundial, la dirección de la empresa encarga al artista abstracto Victor Vasarely que diseñe un logotipo que refleje modernidad. El pintor crea un rombo formado por una tira de metal que se dobla sobre sí misma, creando un efecto tridimensional y que pasa a convertirse en el logotipo oficial de la empresa.

  1. René Magritte.

El pintor surrealista belga René Magritte no trabajó directamente en publicidad, que sepamos, pero la simplicidad de algunas de sus obras han influido en un tipo de publicidad minimalista y directa, que en ocasiones, hace pensar al observador.

Magritte es conocido por cuadros como “El hijo del hombre”, un lienzo en el que aparece un señor vestido con traje y corbata, con un bombín en la cabeza y una gran manzana verde tapándole la cara.

En 1928 pintó uno de sus cuadros más desconcertantes, La Trahison des Images, una pipa de fumar sobre un fondo beige en el que debajo de la imagen está escrito en francés: “Esto no es una pipa”. El cuadro ha sido imitado en varias ocasiones para carteles publicitarios de compañías de seguros, joyería o moda.

El anuncio de Alejandro Amenábar.

Durante algún tiempo, la cervecera catalana Estrella Damm encargó cada año, en verano, a un director de cine que rodara un anuncio, como si fuera un corto, que reflejara el espíritu mediterráneo de la marca.

De todas aquellas colaboraciones entre el cine y la publicidad, el spot que dirigió Alejandro Amenábar en el 2015, y que llevaba por título “Vale”, fue el mejor.

El corto estaba protagonizado por el actor español Quim Gutiérrez y la actriz norteamericana Dakota Johnson, la protagonista de “50 sombras de Grey.”

En una comida entre amigos, al lado de la playa, una guapa turista norteamericana se acopla al grupo. La belleza de la chica eclipsa al más tímido de los chicos, Víctor, interpretado por Quim Gutiérrez, el cual no se atreve ni a dirigirse porque apenas habla inglés.

Durante la comida, los amigos comienzan a hablar de cine, de música, de teatro, contando sus aventuras. “Te acuerdas del grupo de música que fuimos a ver hace dos años que nos gustó tanto ¿cómo se llamaban?” Víctor responde a todas las preguntas.

En los últimos años, Víctor acompañó por separado a sus amigos a cada uno de los planes que tenían. Uno de ellos le llamaba por teléfono y le decía: “¿Te vienes conmigo este viernes a un concierto?”, y él contestaba: “Vale.”

Mientras tomaba café con una de sus amigas, esta le proponía: “Estoy pensando en ir a ver una exposición de fotografía que me han dicho que está muy bien, ¿me acompañas?” El chico respondía: “Vale”.

Ejercer de buen amigo de sus amigos y acompañarles a todos sus planes le había proporcionado un conocimiento impresionante. Algo que no pasó desapercibido para la turista extranjera.

Quien después de la comida, se acerca al chico y le preguntó: “¿Te vienes a dar una vuelta por la playa conmigo?”  A lo que él respondió: “Vale”.

Cuando la publicidad se cruza con el arte.

Son varias las ocasiones en las que los caminos de la publicidad y el arte se han cruzado. La web Arte y algo más nos comenta algunos de los más memorables.

Uno de los primeros se produce en la época de los impresionistas franceses. Estos jóvenes pintores cuestionan con su obra la pintura oficial, llegando a ser tratados como apestados. Tanto es así, que los impresionistas vendían sus cuadros en cafés y tabernas y no en galerías de arte.

Para sobrevivir, algunos de ellos tuvieron que recurrir eventualmente a la publicidad. Como Toulouse-Lautrec, que pintó carteles para promocionar la sala de cabaret El Moulin Rouge y la de  Les Ambassadeurs, salas de las que era cliente habitual.

A principios del siglo XX, los locales de París recurren a los pintores modernistas para que les diseñen anuncios publicitarios que aportaran un toque de glamur a sus establecimientos. Es el caso del célebre gato negro del anuncio del restaurante francés Le chat Noir pintado por Stenley o la Gismoda del teatro de la Renaicence creado por Alfons Mucha. Es la época del Art Noveu y  la  Belle Epoq.

En los años 20, la escuela de arte y diseño Bauhouse en Alemania cambia para siempre el concepto de la publicidad. Influenciada por las vanguardias soviéticas y por la abstracción geométrica del movimiento De Stijl, nacido en Holanda alrededor de una revista, la Bauhouse elimina el carácter informativo de los anuncios y le da un papel protagónico a la imagen. La cual, transmite un mensaje por sí misma.

Con la Bauhause se emplea por primera vez la fotografía en la publicidad y se utilizan elementos gráficos y perspectivas de la arquitectura.

La Bauhause es una escuela de arte y utiliza la publicidad para promover sus cursos y captar alumnos. Aplica el arte a la publicidad y profesionaliza el trabajo del diseñador gráfico como una aplicación artística para fines comerciales.

No es descabellado afirmar que la publicidad forma parte de la cultura. Solo que como pasa con el arte, hay piezas de gran calidad y otras de menor categoría.

 

 

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