Como todos los años me gusta irme de vacaciones a un sitio nuevo y no en el típico periodo vacacional, por lo que consigo que sea todo más barato, el viaje, el hotel, etc. Este año me propuse visitar una ciudad que hacía mucho tiempo que no la visitaba. Llevaba desde mi niñez sin ver Sevilla y eso es hablar de aquella mágica Sevilla pre-1992, que cambiaría para bien la ciudad.
Decidí ir en Ave, por varias razones, lo primero, desde Madrid se tarda poco y tampoco tenía ganas de tomar el coche, además, que tenía ganas de hacer el viaje en este medio de transporte y así veía la estación de Santa Justa.
En cuanto al alojamiento, como decía unas líneas más atrás, intento ir en fechas no muy turísticas, en este caso antes de la tan famosa Semana Santa Sevillana. Os aseguro que os ahorráis bastante dinero y si el AVE lo coges entre semana y no un fin de semana ni te cuento.
Nos pusimos a mirar en Internet hoteles sevillanos y ciertamente la oferta es bastante grande. Sevilla es de las ciudades turísticas españolas más visitadas y tiene muchos hoteles. Buscábamos un hotel con encanto y nos llamó la atención el Hotel Mercer Sevilla. Hablábamos de un hotel muy elegante y lujoso de cinco estrellas, algo superior a lo que normalmente solía elegir de cuatro estrellas, pero lo vimos razonable y nos animamos.
Un lujo de hotel
En cuanto al hotel, nos gustó incluso más que por fotos y eso que eran preciosas. Lo que más destaca es la modélica integración que se hace entre lo antiguo y lo bueno. Según nos contó el recepcionista del hotel, se reformó arquitectónicamente la que era la Casa Palacio Castelar y entre Cruz Ortiz Arquitectos y los interioristas del Mercer, dejaron el hotel a todo lujo de detalles.
Después de registrarnos y dejar los bártulos, vimos la exquisitez de los materiales de la habitación, algo que se ve en todo el hotel, donde los muebles, la iluminación, el arte, los colores, las telas tienen un diseño de una exquisitez y refinamiento que no deja indiferente.
Desde fuera la fachada impresiona, no en vano antiguamente fue una Casa Palacio y esto decidieron no cambiarlo, aunque si actualizarlo, lo mismo que el patio central que es una verdadera belleza, con arcos que te hacen pensar en tiempos pasados.
A mi mujer le encantó el centro del hall con su fuente, a lo que acompañaban los cuadros expresionistas de Agustí Puig. Hospedarse en este hotel tiene su duende y más cuando subes a la azotea del hotel y te encuentras con su piscina y un servicio de Pool Bar, donde puedes tomar el sol bañándote de día o tomándote una buena copa mientras ves la bella Sevilla al atardecer.
Como os habréis dado cuenta, me encantó el hotel y espero volver, pues de verdad que lo merece. Lo mismo podría decir de una Sevilla que tiene sobrados argumentos para encandilar. Finalmente pude ver la Giralda y la catedral, que son de una belleza increíble. Parece mentira que monumentos así se hicieran hace siglos con las técnicas que tenían.
Nos dio tiempo a ver la mayor parte de los monumentos, pero donde más estuvimos fue en el barrio de Triana, que es sin duda uno de los barrios de España por antonomasia y adorábamos dar paseos por el Guadalquivir cuando se iba haciendo de noche. Sevilla tiene magia y es difícil escapar de ella.
Mis vacaciones por España suelen ser más escapaditas, por lo que hago varias al año. Si podéis os recomiendo hacer esto, ya que es mejor que estar gran parte del año trabajando para tener tres o dos semanas de vacaciones como hace mucha gente.
No se vosotros, pero cuando llevo más de una semana fuera de un sitio, prefiero volver. Adoro hacer turismo, pero a la vez soy una persona muy apegada a donde vivo. No es porque sea mejor o peor, es que soy mucho de mis rutinas y pasar más de una semana fuera me trastoca.
En fin, manías que tiene uno, pero mi semanita cada 2/3 meses no me la quita nadie, de verdad que vuelvo al trabajo como nuevo.