“Navidad, Navidad, llega la Navidad, es el momento de gastar con mucha felicidad, ¡ey!”… Terapia, eso es lo que tengo que hacer yo para dejar de gastarme todo el sueldo de diciembre en regalos de Navidad. No puedo evitarlo, todos los años me digo que no voy a gastar tanto esta vez pero siempre acabo gastando mucho más de lo que tenía pensado. Que si el regalo de mi padre, el de mi madre, hermanos, mi novio… es que es un empezar y no acabar… Lo único bueno es que este año no me pilla el toro porque faltan dos semanas y ya tengo comprados la mayoría de los regalos, menos los de mi novio, pero los tengo elegidos.
Voy a comprarle unas gafas de sol Carrera online en la web a la que os redirijo porque he visto que está todo al 50% y a él le encantan las gafas de sol de esa marca y, además, le voy a pillar uno de estos relojes de marca para hombre en MV Joyeros… ¿Qué os parece la idea? Mi intención era gastarme unos 80 pavos, pero al final, entre las dos cosas, se me van a ir unos 150, el doble más o menos. Pero es que cada año me pasa igual y no puedo evitarlo.
Por ejemplo, a mi abuela quería comprarle un Bingo porque la mujer juega mucho con sus amigas cuando quedan a tomar café y tiene el suyo hecho polvo porque debe estar datado en el año de la Polca, más o menos, y vi uno súper mono por 25 euros. Lo malo es que luego llegué a la tienda para comprarle ese y cuando vi al lado el digital, que canta el número en voz alta y tiene una pantallita y todo, pues no me pude resistir y he pasado de un presupuesto de 25 euros a un gasto de 45…
A mi padre quería comprarle una botella de Torres 10, un brandy gran reserva de 10 años que le encanta y sólo cuesta unos 13 euros, pero cuando fui a comprarlo me encontré con una cesta regalo que llevaba la botella con una copa chulísima edición especial en una caja de madera y al final me he gastado 23 euros, 10 euros más de lo que tenía pensado y, a lo tonto a lo tonto, es una pasta. Así con todo… es horrible.
Pero lo más triste es que lo sé. Soy totalmente consciente de que cada año me pasa igual pero luego el espíritu del consumo capitalista me posee al estilo de La Niña del Exorcista y no puedo evitar alucinar con las lucecitas de colores, los villancicos y los anuncios navideños por todas partes. Es como si fuera adicta a las compras de Navidad, sólo a esas porque el resto del año me controlo bastante bien la verdad, pero llega la Navidad y es como si me entrara el mono y aunque sé que no es lo que debo hacer hay algo dentro de mí que me impulsa a regalar y regalar y seguir regalando.
¿Os pasa a vosotros algo similar? ¿Gastáis de más en los regalos? A ver si es sólo cosa mía o no…