A la hora de desempeñar una actividad laboral, independientemente de su complejidad, corremos una serie de riesgos que debemos tratar de minimizar en la medida de lo posible para poder trabajar de la forma más segura con el fin de ser productivos y no tener que solicitar al médico bajas o ausentarse del puesto de trabajo por enfermedades derivadas del desempeño de la actividad. Aunque habitualmente seamos conscientes de los riesgos que corremos, quizá no lo seamos de todos ellos, por lo que realizar un curso específico de prevención de riesgos laborales como los que podemos encontrar en Workprotec nos harán ser todavía más responsables a la hora de trabajar además de capacitarnos de forma básica para un primer auxilio si ocurre alguna desgracia en nuestro entorno.
Como os hemos avanzado, la formación es una pieza fundamental en el puzle que supone llegar a un índice cero de siniestralidad y es que, aunque conseguir que no haya un solo accidente es prácticamente imposible, minimizar al máximo este riesgo sí que está en nuestras manos. En la actualidad, tanto las administraciones como las compañías de seguros y por supuesto los empresarios se están comprometiendo con esta causa y dedican un buen número de horas a que los trabajadores posean la mejor información para su puesto de trabajo. Además, el Ministerio de empleo y seguridad social ha publicado una guía laboral en la que recoge todos y cada uno de los consejos y normas que debemos seguir, así como las leyes y reales decretos que completan la información en cuanto a prevención de riesgos laborales y que afectan tanto a trabajadores como a empresarios teniendo tanto unos como los otros, una serie de derechos y obligaciones que en ella se mencionan.
Existen desde hace unos años diferentes cursos formativos en materia de prevención que se diferencian por la cantidad de horas lectivas que contienen. En concreto, la formación más común que tenemos todos los trabajadores es la que recoge el Real Decreto 39/1997 como formación de nivel básico, que suma un total de treinta horas y que aprueba el Reglamento de los servicios de prevención como el nivel base para la mayoría de empresas, sin embargo, para las compañías cuya actividad se ve reflejada en el primer anexo de esa misma norma, el mínimo de horas cursadas ha de ser igual o superior a cincuenta para obtener la certificación que acredite la formación. A partir de esa base común para todos los sectores, cada empresa puede ofrecer a sus empleados cursos específicos de su trabajo puesto que no es lo mismo trabajar en una oficina que en una mina o en un cine. Esta formación especializada no está regulada y por lo tanto no tiene un número mínimo de horas ya que es decisión del empresario si la da y de ser así, como.
Los equipos de protección individual, parte esencial en la disminución de los accidentes
Quizá suene a tópico, pero es una realidad contrastable que los equipos de protección individual a los que comúnmente nos referimos a ellos como EPI son parte fundamental para conseguir una disminución de los accidentes laborales y es que ellos nos salvan de que suframos consecuencias graves cuando por descuido sufrimos un accidente. Estos equipos están diseñados específicamente para cada profesión y son completamente adaptables a cada uno de los trabajadores puesto que no todos medimos o pesamos lo mismo, por lo que tendremos que comprar arneses distintos, ni tenemos el mismo tamaño de cabeza en el caso de los cascos o de manos cuando nos referimos a los guantes. Además, dentro de los equipos más convencionales, tenemos varios modelos a elegir dependiendo de nuestro puesto concreto de trabajo y es que no es lo mismo que trabajemos manipulando conductos o cableado con electricidad o productos tóxicos que si nos dedicamos a la poda en altura. Este tipo de protecciones a menudo las asociamos a cascos, arneses o guantes, pero también forman parte de este conjunto todos los elementos que cada trabajador pueda disponer para el desempeño de su función laboral de forma segura, como pueden ser protectores bucales, botas, protecciones oculares, para piernas, brazos o tronco e incluso para el sistema respiratorio si nos dedicamos a actividades con riesgo de toxicidad que pongan en peligro nuestra salud, entre otros.